El miércoles marcó un punto de inflexión en la historia política de Perú con la liberación del expresidente Alberto Fujimori. Esta decisión, emanada del Tribunal Constitucional de Perú, puso fin a la condena de Fujimori, quien desde 2009 cumplía una sentencia de 25 años por crímenes graves, incluyendo homicidio calificado y secuestro agravado. La liberación de Fujimori, de 85 años, no solo generó una ola de celebración entre sus seguidores, sino también intensificó el debate y la polarización en un país aún marcado por las sombras de su gobierno.
Fujimori, condenado por los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta, recibió inicialmente un indulto en 2017 por parte del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. Sin embargo, esta decisión fue revocada posteriormente debido a irregularidades, lo que llevó a Fujimori de vuelta a prisión. La reciente ratificación de su indulto por el Tribunal Constitucional y la posterior liberación han generado un fuerte rechazo por parte de entidades como la Asociación Pro Derechos Humanos, que denuncia un grave desacato a las disposiciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Por otro lado, políticos como Héctor Ventura, de Fuerza Popular, celebran esta liberación como un cumplimiento de la Constitución y las leyes peruanas. La decisión también resalta la complicada dinámica política en Perú, donde la actual administración de Dina Boluarte, sospechada de depender del apoyo fujimorista, no impidió la liberación. El caso Fujimori sigue siendo un tema sensible y divisivo, reflejando las complejidades y desafíos de la política peruana y el sistema de justicia.
La liberación de Alberto Fujimori no es solo el cierre de un capítulo judicial, sino también un reflejo de las tensiones y divisiones que persisten en Perú. Mientras algunos ven en su liberación un acto de justicia teniendo en cuenta su edad y salud, otros lo interpretan como un paso hacia la impunidad y un desafío a la justicia internacional. Lo que está claro es que, más allá de su liberación física, la figura de Fujimori seguirá siendo un tema de debate y un factor influyente en la política peruana.