En el escenario político de América Latina, la disputa territorial del Esequibo entre Guyana y Venezuela se intensifica, marcando uno de los conflictos más serios en la región en años recientes. En una entrevista reveladora con el presidente de Guyana, Irfaan Ali, emergen detalles sobre las tensiones crecientes, las maniobras políticas y militares, y las esperanzas de una resolución pacífica ante el desafío de mantener la soberanía y la integridad territorial de Guyana.
La controversia se agudizó tras el referendo impulsado por el presidente venezolano, Nicolás Maduro, y su posterior declaración de un estado venezolano en el territorio del Esequibo. La respuesta de Guyana no se hizo esperar, fortaleciendo sus lazos de defensa con Estados Unidos y llevando el caso a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), reafirmando su respeto por el derecho internacional y la defensa de su integridad territorial.
La histórica disputa, que data de un laudo arbitral en 1899, ha llevado a Guyana a buscar la intervención de la CIJ, mientras que Venezuela insiste en una resolución a través de la negociación. Ali destaca que Guyana es un país pacífico que no busca conflictos, pero está preparado para defender su soberanía e integridad territorial. Enfatiza el respeto internacional por las fronteras establecidas y la necesidad de un diálogo constructivo con Venezuela.
En el centro de la disputa se encuentran las ricas reservas de petróleo y minerales del Esequibo, con Guyana otorgando concesiones a empresas internacionales como Exxon Mobil. Las acciones de Venezuela, incluyendo la amenaza de uso de la fuerza, han elevado la tensión, llevando a Guyana a fortalecer sus capacidades militares y buscar apoyo internacional.
La reunión entre Ali y Maduro representa una oportunidad crítica para reducir la tensión y buscar una solución pacífica. Ali reitera su compromiso con la paz, la seguridad y la integridad territorial de Guyana, invitando a Venezuela a respetar las decisiones de la CIJ y trabajar conjuntamente por la estabilidad regional. La crisis del Esequibo no solo pone a prueba la diplomacia y la justicia internacional, sino que también refleja la complejidad de los conflictos territoriales en un mundo cada vez más interconectado.