El gobierno de Brasil enfrenta una fuerte división sobre el destino de la planta nuclear Angra 3, un proyecto que ha estado paralizado durante décadas. Mientras los funcionarios del área económica presionan para su cancelación, los líderes del sector energético insisten en su finalización. La decisión final recae en el Consejo Nacional de Política Energética (CNPE), que una vez más postergó su fallo tras haberlo aplazado a finales del año pasado.
El proyecto Angra 3, ubicado en la ciudad costera de Angra dos Reis, ha estado en construcción desde la década de 1980, pero ha sufrido repetidas interrupciones debido a problemas financieros y una investigación por corrupción en 2015. Un intento de reactivación en 2022 también fracasó, dejando su futuro en incertidumbre. A pesar de estos obstáculos, el Ministro de Energía de Brasil sigue siendo un firme defensor de su finalización, lo que refuerza la urgencia de tomar una decisión.
El debate sobre Angra 3 surge en un momento en que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva busca posicionar a Brasil como un líder en inversiones verdes. Aunque la energía nuclear ha sido cada vez más considerada como una alternativa favorable al clima a nivel mundial, los críticos argumentan que Brasil tiene ventajas naturales en energías renovables, como la eólica, solar e hidroeléctrica, lo que haría innecesaria la energía nuclear. Otros sostienen que la energía nuclear es una alternativa más estable y menos contaminante en comparación con las plantas térmicas, que son costosas y suelen utilizarse durante períodos de sequía.
Las preocupaciones financieras están en el centro del debate dentro del gobierno. Se estima que completar Angra 3 requerirá 23 mil millones de reales (4 mil millones de dólares) adicionales, además de los 12 mil millones de reales ya invertidos. Sin embargo, abandonar el proyecto tampoco es una opción sencilla, ya que implicaría costos de 21 mil millones de reales debido a penalizaciones por la cancelación de contratos y la terminación de financiamientos subsidiados. Algunos cálculos internos del Ministerio de Finanzas sugieren que el costo total podría superar los 30 mil millones de reales. Además, mantener el sitio de construcción en su estado actual ya cuesta al gobierno más de 1 mil millones de reales al año.
Los funcionarios del sector energético argumentan que dejar la planta inconclusa representa un desperdicio de recursos, dado que Brasil ya ha invertido una cantidad significativa de dinero en el proyecto. Eletronuclear, la empresa estatal a cargo de Angra 3, ha indicado que planea recaudar la mayor parte de los fondos necesarios del mercado, en lugar de depender exclusivamente del financiamiento gubernamental. La empresa también estima que la construcción tomaría al menos cinco años más, además del tiempo adicional necesario para la licitación y la movilización del sitio.
Por otro lado, los funcionarios del área económica temen que completar Angra 3 encarezca las tarifas eléctricas para los consumidores. Existe incertidumbre sobre quién asumiría la carga financiera, ya que los presupuestos gubernamentales ya están ajustados. Los Ministerios de Finanzas y Planificación han evitado hacer comentarios, lo que añade más dudas sobre el destino del proyecto.
Sin una fecha establecida para la próxima reunión del CNPE, el futuro de Angra 3 sigue en suspenso. A medida que el gobierno sopesa los costos económicos y las implicaciones ambientales, la decisión tendrá un impacto duradero en el panorama energético y las prioridades de inversión en Brasil.