Científicos alertan sobre el incremento sostenido del principal gas de efecto invernadero y advierten un sombrío panorama climático si no se reducen drásticamente las emisiones.
Un Nuevo Umbral en la Crisis Climática Global
El dióxido de carbono (CO₂), el principal gas de efecto invernadero generado por la actividad humana, alcanzó en mayo de 2025 un nuevo récord histórico al superar las 430 partes por millón (ppm) en la atmósfera, según datos divulgados por el Instituto Scripps de Oceanografía y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA).
Las mediciones, tomadas en el Observatorio Mauna Loa en Hawái, registraron un promedio mensual de 430,2 ppm, un aumento de 3,5 ppm en comparación con mayo de 2024. Por su parte, el laboratorio de la NOAA reportó un valor levemente superior: 430,5 ppm, con un incremento interanual de 3,6 ppm.
Ambos informes coinciden en que este aumento representa una señal crítica en la lucha contra el cambio climático y demuestra la ineficacia de los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Combustibles Fósiles Y Falta de Acción: Las Causas Principales
Los expertos atribuyen el incremento sostenido del CO₂ principalmente al uso intensivo de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural. La quema de estos materiales libera grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, superando ampliamente la capacidad de absorción de los sumideros naturales como los océanos y los bosques.
Ralph Keeling, director del Programa de CO₂ del Instituto Scripps, expresó su preocupación tras el anuncio: “Otro año, otro récord. Es triste”. Su declaración refuerza la gravedad de un patrón que se repite anualmente y sin señales de desaceleración.
Según el análisis conjunto de Scripps y NOAA, si no se implementan cambios estructurales a nivel global, los niveles de CO₂ podrían alcanzar las 500 ppm antes del año 2055. Este umbral, según la comunidad científica, tendría consecuencias devastadoras sobre el clima, la biodiversidad y la seguridad alimentaria.
El Legado de la Curva de Keeling Y El Panorama Actual
El monitoreo moderno de las concentraciones de CO₂ comenzó en 1958 con el trabajo pionero de Charles David Keeling, quien estableció la serie de mediciones que dio origen a la famosa Curva de Keeling. Esta curva ha registrado el aumento sostenido del dióxido de carbono desde niveles preindustriales de 280 ppm hasta los actuales valores récord.
La estación de Mauna Loa, ubicada a más de 3.300 metros sobre el nivel del mar, se considera un punto de referencia global por su precisión y continuidad en el tiempo. Las mediciones muestran cómo el aumento del CO₂ se acelera año tras año, marcando nuevos récords que superan los umbrales considerados impensables hace apenas unas décadas.
Desde 1974, la NOAA también realiza sus propias mediciones, complementando el trabajo del Instituto Scripps y fortaleciendo el consenso científico sobre el impacto antropogénico en el cambio climático.
Un Futuro Incierto Si No Se Reduce la Huella de Carbono
Las proyecciones científicas advierten que, de mantenerse el ritmo actual de emisiones, el planeta ingresará en un territorio climático desconocido. La última vez que los niveles de CO₂ estuvieron tan altos fue hace más de 30 millones de años, en un período caracterizado por temperaturas mucho más elevadas y condiciones inhabitables para la civilización humana.
Keeling enfatiza que la estabilidad climática que permitió el desarrollo de la sociedad moderna está desapareciendo rápidamente: “La medición puntual de CO₂ en la atmósfera es como tomar el pulso al planeta. Y los signos vitales no son buenos”.
Para revertir esta tendencia, los expertos insisten en la necesidad urgente de transformar los sistemas energéticos, sustituir los combustibles fósiles por energías limpias y reforzar los compromisos internacionales sobre reducción de emisiones. Sin una acción coordinada y sostenida, advierten, la humanidad se enfrenta a consecuencias imprevisibles.