El informe anual de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha dejado en claro un sombrío panorama climático para el año 2023. Según los registros, el 2023 se posiciona como el año más caluroso desde que comenzaron los registros, con una temperatura global promedio alcanzando 1.45°C por encima de los niveles preindustriales. Este preocupante aumento coloca a la comunidad global peligrosamente cerca del límite inferior de 1.5°C establecido por el Acuerdo de París sobre cambio climático.
El principal impulsor de este fenómeno es el aumento de los gases de efecto invernadero, encabezados por el dióxido de carbono (CO2), que representa el 71.6% del total. Según la International Energy Agency (IEA), en 2023 se registró una reducción del 17% de las emisiones de CO2 en comparación con el año anterior. Sin embargo, las emisiones continúan en niveles alarmantes, con un total de 37.4 billones de toneladas de CO2 en la atmósfera en la actualidad.
Los sectores con mayores emisiones a nivel mundial son la generación eléctrica (29%), la industria (29%), la agricultura, el uso de la tierra y los residuos (20%), el transporte (15%) y los edificios (7%). China, Estados Unidos e India son responsables de más de la mitad de las emisiones de CO2 en 2023. Además, el 1% más rico del mundo es responsable del 16% de las emisiones totales.
En el contexto latinoamericano, la región contribuyó con el 6.8% de las emisiones globales en 2022. Los principales factores de emisión son el transporte, la generación eléctrica y la industria, con Brasil, México y Argentina entre los principales emisores. La deforestación en la región, especialmente en la selva amazónica, es una preocupación importante, con una pérdida de 90 millones de hectáreas de cubierta arbórea entre 2000 y 2020.
Ante este panorama, los países latinoamericanos están adoptando medidas ambiciosas para combatir el cambio climático. Argentina busca desarrollar energía solar y nuclear, con el objetivo de que el 67% de su generación eléctrica provenga de fuentes limpias para 2050. Brasil se compromete a reducir sus emisiones en un 50% para 2030 y lograr emisiones netas cero para 2050, mientras avanza en energía bio y geotérmica. Chile aspira a ser carbono neutral para 2050, con políticas agresivas en energía solar, eólica e hidrógeno verde. Colombia prioriza la electrificación del transporte y proyectos como el metro de Bogotá para reducir emisiones. Costa Rica ya genera el 100% de su energía a partir de fuentes renovables y busca descarbonizar el transporte con hidrógeno verde. México apunta a reducir su intensidad energética en un 51% para 2050 y aumentar la proporción de energía limpia.
Sin embargo, se necesitan mayores inversiones en energías renovables, regulaciones más estrictas para reducir emisiones y un impulso al transporte público y vehículos eléctricos para combatir el cambio climático de manera efectiva. A medida que el mundo se enfrenta a esta crisis climática, la colaboración global y la acción concertada son esenciales para garantizar un futuro sostenible para las generaciones futuras.