En medio de una coyuntura marcada por conflictos internacionales, señales de desaceleración económica y eventos climáticos extremos, la agricultura y la seguridad alimentaria emergen como prioridades cruciales a nivel mundial. Según datos proyectados, América Latina y el Caribe anticipan un modesto crecimiento económico del 1,5% para el año en curso, mientras enfrentan desafíos que podrían reducir aún más estas expectativas.
Recientes protestas de agricultores en Europa han llamado la atención sobre la tensión que enfrenta el sector agrícola en ese continente. La Comisión Europea se ha visto obligada a suspender temporalmente la implementación de una normativa que restringía el uso de agroquímicos, en respuesta a la presión ejercida por los productores. Esta medida resalta la importancia de las políticas agrícolas y su impacto en la competitividad del sector.
Por otro lado, la Unión Europea ha destinado un significativo presupuesto de 386.600 millones de euros para programas de sostenibilidad agrícola, como parte de su Política Agrícola Común (PAC) para el período 2023-2027. Sin embargo, el descontento persiste entre los agricultores europeos, quienes demandan mayores subsidios y medidas de apoyo ante la posibilidad de una avalancha de importaciones de alimentos baratos, especialmente si se llegara a concretar un acuerdo comercial con el Mercosur, que parece estar estancado.
En contraste, América Latina y el Caribe se erigen como líderes en la exportación de alimentos a nivel mundial, responsables del 28% de los productos agropecuarios intercambiados globalmente. Este éxito se fundamenta en la competitividad genuina del sector, que ha sido construida a lo largo de décadas sin depender en gran medida de subsidios estatales. La región ha demostrado una combinación única de recursos naturales, políticas a largo plazo y capacidades empresariales excepcionales, lo que la ha convertido en un actor clave en la garantía de la seguridad alimentaria global.
El desarrollo agrícola en América Latina y el Caribe ha sido impulsado por la colaboración entre ciencia, tecnología e innovación. Ejemplos como la siembra directa, los sistemas agrosilvopastoriles y la ganadería sustentable son testigos del éxito de estas iniciativas. Además, se han implementado políticas que promueven la agricultura familiar como un pilar fundamental para la paz social en la región.
En este contexto, el sector agropecuario se posiciona como una pieza clave para abordar los desafíos globales, tales como el crecimiento económico, la creación de empleo, la lucha contra la pobreza y la mitigación del cambio climático. Con los agricultores de las Américas como protagonistas principales, el enfoque en un desarrollo agrícola sostenible se presenta como una solución integral y necesaria para enfrentar los retos del futuro.