Una Narrativa Heroica que Oculta la Brutalidad
Durante generaciones, la historia de la independencia de Estados Unidos ha sido narrada como un relato épico de libertad, coraje y lucha justa. En las escuelas, especialmente en Estados Unidos, se recuerda a George Washington cruzando el Delaware, a colonos arrojando té en el puerto de Boston, y a Paul Revere alertando a los patriotas. Sin embargo, a 250 años del inicio de aquella guerra, nuevas investigaciones abren una ventana más cruda y compleja sobre aquel conflicto fundacional.
La periodista Katty Kay conversó recientemente con Rick Atkinson, historiador y ganador del Premio Pulitzer, cuyo libro The Fate of the Day revela una versión mucho más sangrienta de la Guerra de Independencia (1775–1783). Según Atkinson, se calcula que entre 25.000 y 40.000 estadounidenses murieron en el conflicto, lo cual representaba una proporción mayor que en ninguna otra guerra estadounidense, excepto la Guerra Civil.
“El relato histórico suavizó la sangre. Hemos idealizado una guerra brutal”, afirma Atkinson. Esta percepción distorsionada se debe, en parte, a la distancia temporal y a la ausencia de imágenes como las que sí existen de Gettysburg o Antietam. La narrativa oficial convirtió a los padres fundadores en semidioses y evitó mostrar los costos humanos de su victoria.
Leales Perseguidos, Esclavos Olvidados y Nativos Divididos
Una de las realidades más ignoradas de la Revolución fue la persecución a los leales a la Corona británica, muchos de los cuales fueron despojados de sus bienes, encarcelados sin juicio e incluso ejecutados. “Ambas partes cometieron atrocidades, pero la propaganda fue tan efectiva que solo se recordaron las del enemigo”, señala Atkinson.
Tampoco se suele mencionar el papel de la esclavitud en la consolidación del nuevo país. Washington, el gran héroe, poseía casi 600 esclavos en su finca de Mount Vernon. Esta contradicción entre libertad proclamada y esclavitud practicada es uno de los pilares más incómodos de la fundación de Estados Unidos.
La guerra también fracturó a comunidades enteras. Las Seis Naciones iroquesas, aliadas tradicionales de los británicos, se dividieron: cuatro tribus apoyaron a la Corona y dos a los rebeldes, combatiéndose entre sí. El conflicto se vivió dentro de las familias, como lo ilustra el caso de William Franklin, hijo de Benjamin Franklin, quien siendo gobernador lealista de Nueva Jersey fue encarcelado por oponerse a la revolución.
Mito de la Autosuficiencia: el Papel Olvidado de Francia
Uno de los puntos que Atkinson considera esenciales es la errónea percepción de que Estados Unidos ganó su independencia solo. De hecho, sin la ayuda de Francia, la revolución habría fracasado. El esfuerzo diplomático liderado por Benjamin Franklin en París fue decisivo. Convencer a Luis XVI, rey católico absolutista, de apoyar a una república protestante en formación no fue tarea sencilla.
“Franklin tardó años, pero logró atraer a los franceses, y luego se sumaron España y los Países Bajos. La guerra fue internacional desde muy temprano”, explica Atkinson. La victoria final en Yorktown, donde Lord Cornwallis se rindió, fue posible gracias a la armada francesa bloqueando la costa.
Este aspecto de la historia debería tener más relevancia en el presente. “Cuando despreciamos a nuestros aliados hoy, olvidamos que en el pasado los hemos necesitado. Y volveremos a necesitarlos”, señala Atkinson, citando a Winston Churchill, quien dijo: “Lo único peor que luchar con aliados es luchar sin ellos”.
Un Legado de Violencia que Persiste en la Actualidad
Para Atkinson, comprender la violencia interna de la revolución ayuda a explicar muchas de las tensiones actuales en la sociedad estadounidense. “Somos un pueblo conflictivo. Un pueblo violento. Y no siempre lo aceptamos”, afirma.
Estados Unidos nació no solo de un enfrentamiento contra un imperio, sino también de un choque entre visiones internas: entre patriotas y leales, entre padres e hijos, entre tribus nativas, y entre un ideal de libertad y una economía basada en la esclavitud. Ese legado de contradicción sigue vigente.
Lejos de restar valor al logro de la independencia, este enfoque histórico busca humanizar y contextualizar lo ocurrido. Tal vez, entender el caos y la complejidad del pasado permita a los estadounidenses reconciliarse con su presente.