En un contexto de creciente tensión entre Israel e Irán, el estado judío se encuentra en estado de alerta ante la posibilidad de un ataque de represalia iraní por el asesinato de uno de sus generales en Siria. El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Daniel Hagari, ha intentado transmitir un mensaje de calma a través de la plataforma X, asegurando que no es necesario que los ciudadanos compren generadores, almacenen comida o retiren dinero en efectivo. Sin embargo, el clima de incertidumbre se ha intensificado, con la suspensión de todos los permisos para los soldados y la convocatoria de reservistas, ante la creencia de una inminente respuesta iraní.
La amenaza percibida se ha materializado en medidas concretas como el bloqueo del sistema de geolocalización GPS en vastas áreas de Israel, una táctica defensiva para impedir la orientación de misiles y drones enemigos. Este bloqueo ha afectado la vida cotidiana de los ciudadanos, incapaces de usar aplicaciones de navegación en ciudades importantes como Tel Aviv y Jerusalén. El liderazgo iraní, incluido el ayatolá Ali Khamenei y el presidente Ebrahim Raisi, ha prometido que el ataque contra su complejo diplomático en Damasco, atribuido a Israel, no quedará sin respuesta. Esta situación se agrava con la muerte de trabajadores humanitarios en Gaza, lo que ha provocado críticas internacionales y un llamado por parte del presidente estadounidense, Joe Biden, a Israel para que implemente medidas concretas que mitiguen el sufrimiento humano y garanticen la seguridad de los trabajadores humanitarios.
En medio de esta compleja trama de tensiones militares y diplomáticas, Israel se prepara para lo que podría ser un viernes crítico, coincidiendo con el Día de al-Quds, en el que tradicionalmente se intensifican las manifestaciones antiisraelíes en Irán. Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación, esperando que las medidas defensivas de Israel y las promesas de represalias por parte de Irán no escalen a un conflicto de mayores proporciones. La región se mantiene en vilo, esperando que la prudencia prevalezca sobre la retórica de confrontación.