Recientemente, en el conflicto de Europa del Este, Járkov, ciudad ubicada en el noreste de Ucrania, ha sido el más reciente blanco de ataques con misiles por parte de Rusia. Funcionarios confirmaron que dos misiles golpearon áreas residenciales y una instalación médica en la ciudad, resultando en 17 heridos. Este ataque marca una continuación de la estrategia de Moscú de apuntar a áreas civiles en la guerra de casi dos años.
Los misiles utilizados en el ataque fueron identificados como S-300, originalmente diseñados para la defensa aérea pero ahora adaptados para ataques terrestres. Estos misiles, aunque menos costosos de producir que los misiles balísticos o de crucero, son conocidos por su inexactitud y menor alcance.
A medida que el conflicto persiste durante el invierno, tanto las fuerzas rusas como las ucranianas se centran en reponer sus arsenales. El énfasis ha cambiado hacia armamento de largo alcance, incluyendo misiles, drones y artillería.
Diciembre presenció un aumento significativo en las bajas civiles debido a los intensificados ataques aéreos de Rusia. Más de 100 civiles ucranianos fueron asesinados y cerca de 500 resultaron heridos, según informó las Naciones Unidas.
En respuesta a la situación escalada, el Presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy ha intensificado los esfuerzos diplomáticos para asegurar el continuo apoyo militar de aliados occidentales. Sus recientes visitas a los países bálticos y al Foro Económico Mundial en Davos, donde se reunió con el Secretario de Estado de EE.UU. Antony Blinken, subraya este impulso para obtener ayuda.
A pesar de los desafíos actuales en el campo de batalla, Ucrania ha logrado un progreso notable. En el último año, las fuerzas ucranianas recuperaron aproximadamente la mitad de los territorios perdidos ante Rusia tras la invasión de febrero de 2022. También tuvieron éxito en repeler a la marina rusa de la costa ucraniana en el Mar Negro.
Sin embargo, Ucrania sigue enfrentando desventajas significativas en términos de recursos militares en comparación con su vecino más grande, Rusia. Esta disparidad subraya la naturaleza feroz del conflicto en curso.
Se han notado preocupaciones sobre la “fatiga de guerra” en los países occidentales, pero los funcionarios ucranianos permanecen firmes en su compromiso de defender su nación. Un enfoque clave para Ucrania este año es ganar control de los cielos, con expectativas de recibir aviones de guerra F-16 hechos en EE.UU. de aliados occidentales.
La OTAN también está activamente involucrada en la situación, planeando sus mayores ejercicios militares en Europa desde la Guerra Fría. El jefe del Comité Militar de la OTAN ve la justificación del Presidente ruso Vladimir Putin para la guerra como un temor a que la democracia se propague a Rusia desde Ucrania.
El ataque en Járkov impactó significativamente la infraestructura civil, dañando 20 edificios residenciales y un centro médico. Otras regiones, incluyendo Jersón y Odesa, también han experimentado fuego de artillería rusa y ataques con drones, resultando en bajas y daños a la propiedad.
Funcionarios identificaron el origen de los ataques con misiles en Járkov como la región fronteriza rusa de Belgorod, que recientemente ha experimentado un aumento en los ataques transfronterizos por parte de Ucrania.
Mientras tanto, el Ministerio de Defensa ruso informó la intercepción de drones y misiles ucranianos sobre Belgorod, aunque no proporcionaron más detalles sobre las secuelas de estas acciones defensivas. Este último ataque en Járkov se suma a la creciente preocupación sobre el impacto del conflicto en áreas civiles, destacando la crisis humanitaria en curso en la región.