La Unión Europea ha rechazado las recientes afirmaciones del presidente de EE.UU., Donald Trump, de que el bloque fue creado para perjudicar a Estados Unidos, en medio de una creciente tensión por las políticas comerciales. Las amenazas renovadas de Trump de imponer un arancel generalizado del 25 % a los productos europeos han provocado una firme respuesta por parte de los líderes europeos, profundizando la fractura en las relaciones transatlánticas.
El conflicto surge de la afirmación de Trump de que la UE se ha beneficiado injustamente a costa de EE.UU., un argumento que el bloque refuta. Los funcionarios europeos han subrayado que la Unión fue fundada con el objetivo de promover la paz, la estabilidad económica y el comercio justo, y no para perjudicar a Estados Unidos. Estas declaraciones han reavivado los temores de una posible guerra comercial entre dos de las mayores potencias económicas del mundo.
Los líderes europeos han dejado claro que están preparados para defender sus intereses económicos. El primer ministro de Polonia, cuyo país ostenta actualmente la presidencia rotativa de la UE, rechazó las acusaciones de Trump y reafirmó el compromiso del bloque con la cooperación y el respeto mutuo en el comercio global. Por su parte, la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, desde Washington, enfatizó que la UE no actúa en contra de EE.UU. e instó a fortalecer los lazos económicos en lugar de alimentar las divisiones.
España ha adoptado una postura especialmente firme, con su primer ministro asegurando que protegerá la soberanía económica de la UE frente a medidas comerciales que considera injustificadas. Funcionarios europeos han advertido que, si EE.UU. sigue adelante con los aranceles, la UE impondrá contramedidas rápidas y específicas. Estas se centrarían en productos icónicos estadounidenses como el bourbon, los jeans y las motocicletas, siguiendo estrategias de represalia utilizadas en el pasado.
A pesar del aumento de tensiones, los funcionarios europeos mantienen su preferencia por la diplomacia en lugar del conflicto. Sin embargo, han dejado claro que no dudarán en tomar medidas decisivas si Trump cumple sus amenazas. Según informes, la UE lleva meses preparándose para responder con medidas proporcionales.
Trump, por su parte, ha minimizado el posible impacto de las represalias europeas y ha sugerido que EE.UU. podría detener por completo sus importaciones desde la UE si fuera necesario. Ha defendido que Estados Unidos es la potencia económica dominante y ha argumentado que cualquier confrontación comercial acabaría beneficiando a Washington. Sus declaraciones han incrementado la preocupación entre los líderes europeos de que las relaciones transatlánticas puedan deteriorarse aún más si adopta una política comercial agresiva.
El impacto económico de esta disputa es significativo. El comercio entre EE.UU. y la UE asciende a aproximadamente 1,5 billones de dólares, lo que representa el 30 % del comercio mundial. Si bien la UE mantiene un superávit comercial en bienes—que alcanzó los 156.000 millones de euros (161.000 millones de dólares) en 2023—, esto se compensa parcialmente con el superávit estadounidense en el comercio de servicios, donde la UE registró un déficit de 104.000 millones de euros (107.000 millones de dólares). Con un volumen de comercio tan elevado en riesgo, los líderes europeos insisten en la necesidad del diálogo en lugar de la confrontación.
A medida que aumentan las tensiones, la UE mantiene su postura firme. Sus funcionarios siguen apostando por acuerdos comerciales en lugar de guerras arancelarias, advirtiendo que una escalada en el conflicto sería perjudicial para ambas partes. Aún está por verse si Trump seguirá adelante con sus amenazas o si optará por un enfoque más conciliador, pero la UE ha dejado claro que no cederá si sus intereses económicos se ven amenazados.