En el pintoresco valle suizo de Loetschental, la vida diaria transcurre con un trasfondo de duelo y reconstrucción. Hace apenas dos meses, el pueblo de Blatten, con 300 habitantes, desapareció cuando parte de la montaña y el glaciar colapsaron sobre el valle. Sus residentes habían sido evacuados gracias a las advertencias de geólogos, pero perdieron sus hogares, su iglesia, sus hoteles y sus granjas.
Un Valle Marcado por la Pérdida de Blatten
El alcalde Matthias Bellwald supervisa desde una oficina provisional en el cercano pueblo de Wiler las tareas de limpieza y recuperación. Los lugareños, como Lukas Kalbermatten, que vio desaparecer el hotel familiar de tres generaciones, viven ahora en alojamientos temporales. Kalbermatten recuerda con tristeza que “el ambiente del pueblo, los callejones y la iglesia” ya son solo recuerdos. La reconstrucción de Blatten, calculada en cientos de millones de dólares —hasta US$1 millón por residente—, podría permitir que las primeras casas nuevas estén listas en 2029.
La solidaridad no tardó en manifestarse: donaciones voluntarias recaudaron millones de francos suizos, y tanto el gobierno federal como el cantón prometieron apoyo financiero. Sin embargo, el alto costo reabre el debate sobre si resulta viable invertir en la reconstrucción de cada comunidad alpina en riesgo.
El Cambio Climático como Factor Determinante
Los científicos señalan que el desastre de Blatten no puede desligarse del impacto del cambio climático. Según Matthias Huss, glaciólogo del Instituto Federal de Tecnología de Zúrich, el derretimiento del permafrost fue decisivo en el colapso. El retroceso glaciar, que antes estabilizaba las montañas, ahora contribuye a su fragilidad.
Estudios recientes del Instituto Federal Suizo de Investigación han confirmado que los entornos de alta montaña están cambiando rápidamente. En agosto de 2025, el nivel de congelación en Suiza superó los 5.000 metros de altitud, un récord que evidencia el calentamiento en los Alpes. Huss advierte que los deslizamientos son ahora “más frecuentes y más impredecibles”.
No todos comparten esta visión. Muchos habitantes de Blatten prefieren ver lo ocurrido como un fenómeno aislado, propio de un entorno montañoso históricamente inestable. Aun así, los registros de contracción récord de glaciares y las temperaturas medias en aumento refuerzan la alerta científica.
Evacuaciones y Riesgos en Otras Regiones
El caso de Blatten no es único. En el cantón de Grisones, el pueblo de Brienz fue evacuado hace más de dos años por riesgo de derrumbe. Sus habitantes aún no han podido regresar y las fuertes lluvias de este verano intensificaron la amenaza. En Kandersteg, en el Oberland bernés, una pared rocosa inestable obligó a establecer planes de evacuación y al cierre de rutas de senderismo hacia el lago Oeschinen.
Los antecedentes son claros: en 2017, un alud rocoso en Bondo mató a ocho excursionistas y obligó a reconstruir el pueblo con una inversión de US$64 millones. Años antes, en Pontresina, se gastaron millones en una presa para reforzar un permafrost debilitado. Estos episodios ilustran que la amenaza no se limita a una sola comunidad y que la imprevisibilidad genera gran preocupación en toda Suiza.
Identidad, Cultura y Debate Sobre el Futuro
El colapso de Blatten ha tocado una fibra sensible en la sociedad suiza. Más de dos tercios del país son montañosos, y los Alpes forman parte central de la identidad nacional. Las tradiciones locales, como el dialecto leetschär o las máscaras de madera llamadas Tschäggättä, están íntimamente ligadas a la vida en los valles alpinos.
El influyente diario Neue Zürcher Zeitung cuestionó la sostenibilidad de destinar grandes sumas de recursos fiscales urbanos a comunidades rurales cada vez más vulnerables, describiendo a los políticos como “atrapados en una trampa de empatía”. El editorial sugirió que, frente al aumento de los riesgos climáticos, algunos pueblos deberían considerar la reubicación.
Para los residentes, la idea de abandonar su “heimat”, el concepto profundamente arraigado de pertenencia y memoria, resulta impensable. “Cuando cierras los ojos y piensas en tu infancia, ese lugar es tu heimat”, explica Kalbermatten. Para muchos suizos, incluso los que viven en ciudades como Zúrich o Ginebra, esa identidad sigue vinculada al pueblo natal en los Alpes.
Hoy, mientras helicópteros y camiones retiran escombros en Blatten, los equipos de rescate trabajan con la convicción de que bajo los restos no solo yacen casas, sino también historias de vida. El ejército, representado por el comandante Sebastian Neuhaus, resume el sentir colectivo: “Hay 300 historias de vida enterradas ahí abajo. Tenemos que seguir adelante”.