A medida que se acercaba el 35 aniversario de la represión de la Plaza de Tiananmen, tanto China como Hong Kong se preparaban para un día de conmemoración marcado por el silencio y medidas de seguridad rigurosas. En Beijing, la Plaza de Tiananmen, epicentro de las protestas pro democráticas de 1989, fue transformada en una fortaleza con controles y vehículos policiales en su perímetro, con el objetivo de sofocar cualquier intento de conmemorar el evento.
La represión, que ocurrió el 4 de junio de 1989, vio cómo unos 180,000 soldados y policías descendían sobre la Plaza de Tiananmen para sofocar las protestas que duraron meses, lideradas por estudiantes que pedían reformas políticas. La operación militar resultante provocó la muerte de cientos, si no miles, mientras las tropas disparaban contra las multitudes que intentaban bloquear su avance. Este evento marcó un momento crucial en la historia moderna de China, solidificando el control del Partido Comunista sobre el poder y desviándose de las reformas políticas prometidas.
En las décadas desde la represión, China ha suprimido activamente cualquier discusión pública o recuerdo del evento. La censura en las redes sociales borra rápidamente cualquier mención del aniversario, mientras que la retórica oficial mantiene una narrativa que justifica las acciones del gobierno como necesarias para mantener la estabilidad y el orden.
De manera similar, en Hong Kong, donde alguna vez se permitieron las conmemoraciones de Tiananmen, el ambiente ha cambiado drásticamente. La policía de Hong Kong arrestó a cuatro personas que intentaban protestar o conmemorar el aniversario, mientras que otros fueron dispersados o detenidos rápidamente por sus acciones. Las vigilia de velas que una vez llenaron el Parque Victoria con miles de asistentes han sido reemplazadas por un carnaval pro-Beijing, señalando el apretón del influencia continental en la región semi autónoma.
A pesar de la represión, las voces disidentes continúan resonando tanto dentro como fuera de las fronteras de China. Las Madres de Tiananmen, un grupo compuesto por familias de las víctimas, emitieron una súplica al gobierno chino por transparencia y responsabilidad. Exigen la publicación de los nombres y el número total de aquellos que perecieron, compensación para las víctimas y sus familias y repercusiones legales para aquellos responsables de la violencia indiscriminada.
Mientras tanto, en el escenario internacional, la solidaridad con el movimiento prodemocrático en China sigue siendo firme. En Washington, legisladores estadounidenses, antiguos líderes estudiantiles del movimiento de Tiananmen y activistas de China continental y Hong Kong se reunieron para conmemorar el aniversario. Estados Unidos reafirmó su compromiso con los derechos humanos y las libertades, condenando la represión del gobierno chino contra la disidencia.
Manifestaciones similares tuvieron lugar en Londres y Taipei, donde los manifestantes se reunieron frente a las embajadas chinas y colocaron flores para honrar la memoria de los perdidos en la represión. A pesar de enfrentar una creciente presión de Beijing, Taiwán reafirmó su compromiso con los valores democráticos al permitir que tales conmemoraciones tuvieran lugar en su suelo.
A medida que China y Hong Kong siguen lidiando con el legado de Tiananmen, la lucha por la libertad de expresión y la reforma política persiste. Si bien las autoridades pueden intentar silenciar la disidencia, el recuerdo del 4 de junio de 1989 sigue siendo un símbolo potente de desafío contra el gobierno autoritario, tanto dentro de China como en todo el mundo.