El pasado 21 de julio de 2025, China marcó el inicio de la construcción de la presa hidroeléctrica más grande del mundo, un proyecto monumental que ha levantado muchas expectativas, pero también generado gran preocupación a nivel internacional. El primer ministro chino, Li Qiang, presidió la ceremonia en el río Yarlung Tsangpo, en la región tibetana del país. Este proyecto, conocido como la Central Hidroeléctrica de Motuo, se encuentra en uno de los cañones más profundos y largos del mundo, el Cañón Yarlung Tsangpo.
Con una inversión de 1,2 billones de yuanes (aproximadamente 167.000 millones de dólares), la presa generará una capacidad energética sin precedentes, que podría triplicar la producción de la famosa presa de las Tres Gargantas. El gobierno chino ha afirmado que el proyecto tendrá un impacto positivo en la ecología local, promoviendo un desarrollo económico sostenible en el Tíbet, mientras que el resto de la energía generada será distribuida principalmente hacia las regiones del este del país, en línea con su política de “enviar electricidad del oeste al este”.
Impacto en los Países Vecinos
El río Yarlung Tsangpo es un recurso vital no solo para China, sino también para India y Bangladesh, países que dependen de sus aguas para diversos aspectos de sus economías, incluyendo la agricultura y el suministro de agua potable. La construcción de esta presa ha generado preocupaciones significativas, especialmente en las regiones indias de Arunachal Pradesh y Assam, donde el río se convierte en el Brahmaputra antes de desembocar en Bangladesh.
El ministro jefe de Arunachal Pradesh, Pema Khandu, advirtió que el proyecto podría reducir el flujo de agua de los ríos Siang y Brahmaputra, lo que afectaría gravemente a las comunidades locales. Según Khandu, una represa en China podría liberar grandes volúmenes de agua en forma repentina, lo que generaría inundaciones devastadoras. De hecho, el ministro subrayó que esto representaría una “amenaza existencial” para las tribus locales y sus medios de vida, como la tribu Adi, cuyas tierras podrían ser inundadas.
Por otro lado, Bangladesh también ha expresado su preocupación, pidiendo a China más detalles sobre cómo gestionará el caudal de agua y garantizando que no se vean afectadas sus zonas agrícolas, que dependen del río Brahmaputra para la irrigación.
Preocupaciones Ambientales y Sociales
Más allá de las repercusiones políticas y económicas, el proyecto también genera inquietudes ambientales. El río Yarlung Tsangpo fluye a través de una región de extrema biodiversidad, con ecosistemas únicos que podrían verse amenazados por la construcción de la presa. El área alberga especies en peligro de extinción como el leopardo de las nieves y el tigre de Bengala, que dependen de los valles y las laderas del río.
Los activistas medioambientales han señalado que la represa podría alterar el equilibrio ecológico del Tíbet, inundando vastas áreas de terreno que actualmente son refugios naturales. Además, el área donde se planea construir la presa es sísmicamente activa, lo que representa un riesgo considerable tanto durante la construcción como en el funcionamiento de la infraestructura. Las preocupaciones sobre posibles fallos estructurales o terremotos han sido un tema constante de debate en los foros internacionales.
Respuestas Internacionales y el Futuro del Proyecto
A nivel internacional, tanto India como Bangladesh han solicitado más transparencia por parte de China en relación con los detalles técnicos de la construcción. En particular, han pedido que Pekín proporcione información sobre los posibles impactos del proyecto en los flujos de agua, y garanticen que no se produzcan daños irreparables en las zonas río abajo.
India, por su parte, ya ha comenzado a tomar medidas preventivas, como la construcción de una represa en el río Siang para mitigar las posibles inundaciones. No obstante, tanto India como Bangladesh han dejado claro que están monitoreando de cerca el desarrollo del proyecto y buscarán cooperar con China para garantizar una gestión sostenible del agua y los recursos hídricos.
El gobierno chino, por su parte, ha defendido su derecho a construir presas dentro de su territorio y ha argumentado que este tipo de proyectos no solo benefician a China, sino que también contribuirán al bienestar de los pueblos vecinos al reducir las emisiones de carbono y fomentar la energía limpia. El presidente Xi Jinping ha sido un firme defensor de estos proyectos hidroeléctricos como parte de su política de desarrollo sostenible, que busca impulsar la economía rural y proteger el medio ambiente en las zonas más remotas del país.