Acuerdo Para Impulsar Estudios Ferroviarios
Brasil y China firmaron el pasado 7 de julio de 2025 un memorando de entendimiento para llevar a cabo estudios de viabilidad técnica, económica y ambiental de un proyecto ferroviario estratégico: el Ferrocarril Bioceánico, que conectaría el puerto brasileño de Ilhéus con el megapuerto peruano de Chancay, en el océano Pacífico.
La firma del acuerdo tuvo lugar en Brasilia y contó con la participación de la estatal Infra S.A., dependiente del Ministerio de Transportes de Brasil, y del Instituto de Investigación de Planificación Ferroviaria de China. El proyecto forma parte del programa de cooperación bilateral establecido por los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Xi Jinping, quienes en noviembre de 2024 destacaron la conectividad como uno de los pilares estratégicos de su agenda conjunta.
Según el documento, se evaluarán aspectos técnicos, logísticos, económicos y sociales del corredor ferroviario, así como su impacto ambiental y los beneficios comerciales que podría generar para toda Sudamérica. La línea se enmarca dentro de los corredores de integración física sudamericana, con el objetivo de dinamizar el comercio entre el Atlántico y el Pacífico, especialmente con el mercado asiático.
Ruta Propuesta y Vínculo con el Puerto de Chancay
El trazado preliminar del Ferrocarril Bioceánico parte del puerto de Ilhéus, en el estado de Bahía, y atraviesa los estados de Goiás, Mato Grosso, Rondônia y Acre, hasta llegar a la frontera con Perú. Desde allí, la conexión final se dirigiría hacia el recientemente inaugurado megapuerto de Chancay, construido con inversión china y considerado el primer puerto digital y automatizado de América del Sur.
La elección de esta ruta busca evitar el cruce por áreas protegidas de la Amazonía, priorizando un trazado que facilite la conectividad interregional sin comprometer ecosistemas sensibles. El puerto de Chancay, que empezó a operar en noviembre de 2024, se posiciona como un punto estratégico para reducir en más de 10.000 kilómetros el trayecto marítimo entre Sudamérica y los puertos de Asia, particularmente de China.
Además del transporte de mercancías brasileñas, como soja, carne y minerales, se espera que el corredor beneficie también a otros países de la región como Bolivia, Paraguay y Argentina, que podrían sumarse mediante conexiones logísticas paralelas.
Postura de Perú y Retos por Delante
A pesar del interés mostrado por Brasil y China, el Gobierno del Perú no forma parte activa del proyecto. El primer ministro Gustavo Adrianzén afirmó que no existe autorización para financiar o ejecutar obras relacionadas con esta iniciativa. Según precisó, “el Perú no ha asumido ningún compromiso y no participará en ninguna inversión ni ejecución sin una evaluación técnica previa”.
El canciller Javier González-Olaechea, por su parte, señaló que el proyecto “puede ser interesante”, pero aclaró que no ha sido sometido a consideración oficial en el Consejo de Ministros. Las autoridades peruanas enfatizaron que cualquier participación requeriría estudios propios, legislación especial y garantías presupuestarias.
Uno de los principales retos es el elevado costo estimado, que algunos cálculos elevan hasta los 100.000 millones de dólares si se incluyen obras complementarias como puentes, túneles y terminales logísticas. Además, se plantean desafíos técnicos como el tipo de trocha, la interoperabilidad ferroviaria entre países y la viabilidad de cruzar regiones de difícil acceso.
Alcance Geopolítico y Reconfiguración Logística
Más allá de la infraestructura, el Ferrocarril Bioceánico representa una apuesta geopolítica. Para China, el proyecto encaja en su estrategia de expansión comercial a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, extendida ahora hacia América Latina mediante inversiones en puertos, ferrocarriles y telecomunicaciones.
Desde la perspectiva de Brasil, se trata de una oportunidad para dinamizar su economía interior y reducir la dependencia de rutas marítimas del Atlántico. A su vez, busca ampliar su margen de acción como líder regional en integración física.
En términos logísticos, este ferrocarril competirá con corredores existentes como el de Santos–Arica o el Corredor Ferroviario Bioceánico Central que involucra a Bolivia y Paraguay. La viabilidad dependerá de la eficiencia, costos operativos y seguridad jurídica que puedan ofrecer los países involucrados.
Mientras tanto, el acuerdo bilateral firmado esta semana abre una nueva etapa de evaluación técnica que podría determinar si el tren bioceánico pasa de la aspiración geoestratégica a una realidad operativa en el próximo decenio.