En un escenario marcado por desafíos económicos sin precedentes, Argentina se encuentra en el centro de atención tras el anuncio de Acindar, uno de sus principales productores siderúrgicos, sobre la detención temporal de la producción en sus cuatro plantas industriales. Esta decisión, motivada por una pronunciada caída en las ventas de alrededor del 40%, refleja las turbulencias que enfrenta el país en medio de una recesión aguda. Entre el 18 de marzo y el 15 de abril, las operaciones de Acindar serán suspendidas en un intento por ajustarse a la nueva realidad económica y minimizar el impacto en su fuerza laboral y la sostenibilidad del negocio.
La empresa, en un comunicado oficial, expuso la gravedad de la situación, indicando que la demanda interna ha sufrido una caída sustancial, lo que ha llevado a una disminución abrupta de sus ventas. En palabras de Facundo Velasco, director de Relaciones Institucionales de Acindar, “Sabíamos que iba a ser un año difícil, pero la caída es mucho mayor de lo que preveíamos. En los 20 años que llevo trabajando en la empresa, nunca hubo un derrumbe similar”. Esta declaración subraya la magnitud del desafío que enfrenta no solo Acindar sino también la industria y la construcción a nivel nacional.
A pesar de la pausa en la producción, Acindar se compromete a no realizar despidos, priorizando el bienestar de sus empleados y la preservación de empleos. En lugar de ello, los trabajadores disfrutarán de vacaciones durante este período, y se reducirán todas las horas extraordinarias, mientras la empresa evalúa sus próximos pasos en un contexto económico incierto.
La historia de Acindar, fundada en 1942 y con una significativa presencia en el mercado argentino, junto a su red de distribución de 125 puntos de venta en todo el país, refleja el compromiso de la empresa con la industria nacional. Sin embargo, este momento crítico destaca la vulnerabilidad del sector frente a fluctuaciones económicas y la necesidad de adaptación y resiliencia frente a adversidades.