La recaudación de impuestos vinculados al comercio exterior dio un salto en el primer semestre de 2025: creció 23% en términos reales frente al mismo periodo de 2024 y alcanzó un máximo histórico. De acuerdo con la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), el acumulado superó los 700 mil millones de pesos; reportes periodísticos lo sitúan en torno a 711,903 millones, confirmando a las aduanas como pilar del financiamiento público.
El repunte se alinea con la trayectoria observada desde inicios de año. Entre enero y mayo, la ANAM ya registraba 593,626.3 millones de pesos, una cifra que anticipó el cierre semestral en niveles inéditos. El dinamismo se concentró en aduanas con alta rotación de combustibles y contenedores en los litorales, y en cruces de la frontera norte que han estabilizado tiempos de despacho, reforzando la aportación del ingreso tributario en un año de transición fiscal.
Qué Impuestos Empujaron el Aumento
La mejora responde a la solidez de los gravámenes al comercio exterior, con peso del IVA a las importaciones, el IEPS a combustibles y otras mercancías, y cuotas como el Derecho de Trámite Aduanero. En junio, la recaudación aduanera sumó 118,304.59 millones de pesos, un alza real de 22.1% anual; dentro de ese total, el IVA aportó 79,568.9 millones y el IEPS 22,955.5 millones. Los datos confirman que la combinación de mayor volumen importador y normalización de precios energéticos sostiene la curva de ingresos.
Por el lado sectorial, la importación de insumos manufactureros —automotriz, electrónica, equipo eléctrico y maquinaria— apuntala la base gravable del IVA; a su vez, la estabilización de aforos y de precios en combustibles favorece al IEPS. A esta inercia se suman mejoras operativas en los recintos: inspección no intrusiva, digitalización de expedientes y gestión de filas han reducido tiempos de cruce, bajado costos y ampliado el cumplimiento voluntario. El resultado es una recaudación más predecible y con menor dispersión entre aduanas.
Motores: Nearshoring, Dólar Y Digitalización
Tres fuerzas explican el récord. Primero, el nearshoring: la relocalización de cadenas está elevando flujos de mercancías y ampliando la base gravable, con nuevos proyectos logísticos en parques industriales y puertos. Segundo, un tipo de cambio relativamente estable y una inflación más contenida han dado previsibilidad a valores de importación. Tercero, SAT y ANAM han intensificado la fiscalización digital: cruces automatizados de datos, auditorías electrónicas y programas de autocorrección ya se reflejan en los ingresos tributarios agregados, que crecieron 7.2% en enero–julio.
También cambia la geografía de la recaudación. Las aduanas marítimas concentraron cerca del 51% del total semestral, más de 367 mil millones de pesos, impulsadas por ampliaciones de capacidad, mejor control de aforos y equipos de rayos X. En la frontera norte, sistemas de cita y trazabilidad documental han mitigado cuellos de botella, mientras que aeropuertos de carga avanzan en integración digital. Este mapa más equilibrado robustece el aporte estructural de las aduanas al erario.
Riesgos y Perspectivas para la Segunda Mitad del Año
El panorama para el resto de 2025 es favorable, pero no exento de riesgos. Una desaceleración global más marcada, una apreciación adicional del peso, que reduciría en términos nominales el valor en pesos de algunas importaciones, o una moderación de precios energéticos podrían acotar el crecimiento del IEPS y del IVA a las importaciones. Aun así, la Secretaría de Hacienda ha reiterado que buscará elevar la eficiencia recaudatoria en aduanas a partir de 2026, sin una reforma fiscal amplia, privilegiando inversión en infraestructura, simplificación y herramientas tecnológicas
Para el sector privado, el mensaje es claro: la normalización de tiempos de despacho, la digitalización integral del ciclo aduanero y una vigilancia más fina del cumplimiento seguirán marcando la pauta. Con flujos manufactureros firmes, cadenas regionales más integradas y procesos de control inteligentes, la recaudación aduanera tiene margen para cerrar 2025 con otra marca histórica. Para el erario, ello implica mayor espacio fiscal y menor dependencia de ingresos petroleros; para las empresas, previsibilidad y exigencias de compliance más estrictas, pero también menos fricción operativa.