La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) situó su Índice de Precios de los Alimentos en 127,7 puntos durante mayo de 2025, apenas 0,8 % por debajo de abril pero 6 % por encima del nivel de un año atrás. Con ello se acumulan nueve incrementos interanuales consecutivos, la racha continúa más prolongada desde 2022. Analistas de El Economista calculan que, al ajustar por inflación, el avance equivale a 4,1 % real.
Detrás de este comportamiento confluyen varios factores: tensiones geopolíticas que elevan el costo del transporte marítimo, la apreciación del dólar que encarece las importaciones en muchas economías emergentes y los efectos persistentes de El Niño sobre cosechas clave. Aunque algunos fertilizantes han bajado, sus precios siguen 15 % por encima de 2023, trasladándose a la producción de granos y alimentos procesados. Todas estas presiones refuerzan el ciclo alcista observado desde el tercer trimestre del año pasado.
Lácteos y Proteínas Impulsan el Alza
El subíndice de lácteos avanzó 0,8 % mensual, impulsado por la demanda de Asia oriental, donde la reapertura pos-pandemia elevó las compras de mantequilla, queso y leche en polvo. En paralelo, la carne subió 1,3 %: inventarios de bovinos bajos en Norteamérica y brotes de gripe aviar en Brasil redirigieron pedidos hacia cortes de cerdo y ovino, conociéndolos.
Los aceites vegetales registraron un descenso de 3,7 % mensual, liderado por la palma y la colza, pero su cotización sigue muy por encima del promedio de la última década ante los temores de sequías en el Sudeste Asiático y la demanda sostenida de biocombustibles. Además, el consumo de proteína animal continúa creciendo en África y Oriente Medio gracias al repunte del turismo y de los ingresos por exportaciones energéticas, reforzando la presión sobre los precios globales.
Cereales y Azúcar Ofrecen Respiro Parcial
El subíndice de cereales cayó 1,8 % en mayo debido a cosechas récord en Brasil y Argentina y a las buenas perspectivas de trigo en Estados Unidos y la Unión Europea.La abundancia de maíz, con una cosecha brasileña estimada en 125 millones de toneladas, moderó los precios internacionales. Sin embargo, el arroz subió 1,4 % por la prolongación de los límites a la exportación impuestos por la India y la fuerte demanda de variedades aromáticas.
El azúcar retrocedió 2,6 % cuando mejoró la perspectiva de molienda en Brasil y se anticipó un menor consumo de la industria de bebidas. Aun así, su cotización se mantiene cerca de 20 % por encima del promedio pre-pandemia, de modo que el alivio observado es relativo y cualquier alteración climática podría revertirlo rápidamente.
Impacto y Desafíos para 2025
La tendencia alcista golpea con fuerza a los importadores netos. En América Latina la inflación alimentaria supera el 10 % en varios países, mientras que en México ronda el 8 % pese al “superpeso”. El encarecimiento erosiona el poder adquisitivo y obliga a ampliar los programas de asistencia.
Entre las respuestas recientes figuran aranceles reducidos a granos y controles temporales de precios. La FAO advierte, sin embargo, que los remedios coyunturales deben complementarse con inversiones en productividad, infraestructura, semillas resistentes y cadenas de frío, y con la reducción del desperdicio, que absorbe 17 % de la oferta global.
Para los productores agrícolas, la subida de precios representa una oportunidad de mayores ingresos, pero también implica costos crecientes de fertilizantes y energía. El reto, subrayan los gremios, es capturar ese valor sin trasladar totalmente la volatilidad al consumidor, tanto a escala global como local.
El panorama permanecerá volátil. El petróleo más caro encarece fertilizantes y transporte; El Niño amenaza cultivos clave; y siguen las restricciones a las exportaciones de cereales y arroz. Ante este contexto, los analistas aconsejan reforzar las reservas estratégicas y los sistemas de alerta temprana para prevenir crisis como las de 2008 o 2022. Para los consumidores, esto significa que la comida seguirá suponiendo una porción elevada del gasto familiar a lo largo de 2025.