La economía mexicana experimentó un freno durante marzo, al registrar un crecimiento mensual de 0%, de acuerdo con el Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Este resultado señala que, tras un inicio de año inestable, el país ha entrado en una fase de estancamiento económico.
En términos anuales, el IOAE mostró una variación negativa de 0.2%, lo que refleja un débil comportamiento de la actividad económica. A pesar de que no se registra una contracción severa, sí se evidencia una clara pérdida de impulso en la dinámica productiva nacional.
El escenario global también contribuye a este entorno de incertidumbre. Factores como la inestabilidad comercial con Estados Unidos y la posibilidad de nuevas medidas proteccionistas han generado un clima adverso para la inversión y el crecimiento. El contexto internacional, combinado con retos internos, ha debilitado la confianza de consumidores y empresas.
Análisis Sectorial: Industrias y Servicios sin Crecimiento
La información del Inegi revela que tanto el sector industrial como el de servicios han contribuido al estancamiento. En las actividades secundarias, que comprenden la producción manufacturera, la minería, la construcción y la generación de energía, se registró una variación mensual de 0%, es decir, no hubo avance respecto al mes anterior.
Por su parte, el sector terciario, centrado en los servicios, mostró una caída mensual de 0.1%. Esta leve contracción es relevante, considerando que los servicios representan más del 60% del PIB mexicano. Las cifras indican una pérdida de dinamismo en áreas clave como el comercio, los servicios financieros y el turismo, sectores que anteriormente ayudaban a compensar la debilidad de la industria.
Este desempeño sectorial refuerza la idea de que el crecimiento económico de México enfrenta obstáculos estructurales, además de presiones coyunturales. Las empresas se han mostrado cautelosas en sus decisiones de expansión, mientras que el consumo privado sigue limitado por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo en algunos grupos de la población.
Perspectiva del Primer Trimestre y Señales de Alerta
Tomando en cuenta los datos disponibles para el primer trimestre del año, algunos análisis estiman que el Producto Interno Bruto (PIB) habría registrado una ligera contracción de 0.04%. Si bien se trata de una caída moderada, muestra que la economía no logró despegar tras un inicio de año marcado por la cautela.
En comparación anual, el crecimiento del PIB en el primer trimestre fue de apenas 0.53%, lo cual refleja un desempeño frágil. Desde el año pasado, la economía mexicana ha mostrado señales de debilitamiento, alimentadas por los cambios en la política comercial estadounidense, las tensiones geopolíticas y la volatilidad de los mercados financieros.
Además, la desaceleración global ha tenido efectos colaterales sobre las exportaciones mexicanas, afectando directamente a las regiones más dependientes del comercio exterior. A eso se suma la incertidumbre interna respecto a reformas fiscales y posibles modificaciones en políticas energéticas.
Proyecciones Contrastantes y Contexto Político
Frente a este panorama, los organismos internacionales han comenzado a ajustar sus proyecciones. El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó a la baja su estimación de crecimiento para México, ubicándola en una contracción de 0.5% para este año. Esta proyección refleja la creciente preocupación por el impacto de los aranceles estadounidenses y la falta de dinamismo en la economía interna.
En contraste, el gobierno federal ha optado por mantener una postura más optimista. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público ajustó recientemente su previsión de crecimiento, colocándola entre 1.5% y 2.3% para el cierre del año. Sin embargo, diversos expertos consideran esta expectativa demasiado elevada, dada la complejidad del entorno económico actual.
Las diferencias entre los pronósticos del gobierno y los de instituciones independientes reflejan un debate más amplio sobre las perspectivas reales de recuperación. Si bien el gobierno apuesta por una mejora en la inversión pública y en la estabilidad del consumo, los indicadores actuales aún no muestran señales claras de una reactivación sólida.
En este momento, la economía mexicana se encuentra en un punto de inflexión. El rumbo de los próximos meses dependerá de factores como la evolución de la política comercial exterior, la estabilidad cambiaria y las decisiones de inversión del sector privado. Mientras tanto, la prudencia y la atención a los indicadores serán claves para entender si el país podrá retomar una senda de crecimiento o si enfrentará una fase más prolongada de estancamiento.