En 2023, el ámbito laboral femenino sigue enfrentando desafíos significativos. A pesar de los avances, persisten la precariedad y las brechas de género en diferentes sectores. La concesión del Premio Nobel de Economía a la profesora estadounidense Claudia Goldin, quien destaca por sus estudios sobre la participación de la mujer en el mercado laboral, subraya la relevancia de estas cuestiones. Este artículo analiza las distintas facetas de la economía femenina, desde la brecha salarial hasta la percepción social del trabajo femenino, destacando el papel crucial de la investigación en la lucha por la igualdad laboral.
El trabajo femenino, caracterizado por su mayor temporalidad y una tendencia hacia contratos a tiempo parcial, refleja una desigualdad persistente. Claudia Goldin, galardonada con el Nobel de Economía, es pionera en el análisis de estas dinámicas, vinculando la limitación de opciones laborales femeninas al matrimonio y las responsabilidades familiares. Sus hallazgos han sido un catalizador en el debate sobre la igualdad de género en el trabajo y la economía del cuidado.
Expertos como Luis Garvía y Susana Martínez-Rodríguez resaltan cómo el trabajo de Goldin ha influido en la comprensión de la incorporación de la mujer en el mercado laboral. Gema Quintero y Elba González, a través de sus investigaciones, también han subrayado la importancia del factor reproductivo y las condiciones laborales en sectores específicos como la agricultura.
El trabajo no remunerado es otra esfera donde la desigualdad de género es evidente. Jorge Velilla y su equipo han demostrado que, pese a una mayor participación de la mujer en el mercado laboral, las brechas persisten tanto en el trabajo remunerado como en el doméstico.
El trabajo de Claudia Goldin y otros académicos ha sido fundamental para entender y abordar las desigualdades de género en el mercado laboral. Aunque se han logrado avances, queda un largo camino por recorrer para alcanzar la paridad laboral. La lucha contra las “profesiones femeninas” estereotipadas y el techo de cristal en puestos directivos continúa, siendo esencial un cambio en la percepción social y la implementación de políticas efectivas para una verdadera igualdad de género en el trabajo.