En una reciente revelación por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el primer semestre de 2023 ha marcado un punto de inflexión en el comercio de América Latina y el Caribe. Tras un impresionante crecimiento del 17% en 2022, las exportaciones de bienes de la región han experimentado una caída del 2.7% interanual. Este cambio indica el fin de la recuperación pospandemia y destapa varios factores determinantes como la disminución en precios, menor crecimiento de volúmenes y un entorno comercial global en deterioro.
El informe del BID señala que el declive se debe a múltiples factores, incluyendo la disminución de los precios y el crecimiento más lento en los volúmenes exportados. La desaceleración del crecimiento económico mundial, junto con conflictos geopolíticos y eventos climáticos adversos, ha impactado negativamente el comercio mundial.
El Monitor de Comercio e Integración proyecta que esta tendencia contractiva de las ventas externas se consolidará durante el resto del año. No obstante, las exportaciones de servicios en la región han mostrado una leve desaceleración pero aún así mantienen un crecimiento por encima del promedio global.
Paolo Giordano, economista principal del Sector de Integración y Comercio del BID, destaca que, a pesar de la rápida desaceleración, emergen oportunidades, especialmente en el sector agropecuario. Según Giordano, este sector tiene el potencial de revitalizar las exportaciones de la región con políticas adecuadas.
El informe también revela un descenso del 4.7% en los precios de exportación y un incremento del 2.9% en las cantidades exportadas en el primer semestre de 2023. Sin embargo, el crecimiento en volúmenes fue menor al del año anterior y se concentró en pocas economías.
Interesantemente, la caída de las exportaciones de bienes fue generalizada en todos los destinos, pero la reducción de las ventas intrarregionales fue menos pronunciada que las extrarregionales, lo que incrementó la participación del comercio intrarregional.
En conjunto, América Latina y el Caribe enfrentan un escenario desafiante, marcado por una demanda global menos dinámica, mayor fragmentación geopolítica, políticas industriales más activas de competidores mundiales y nuevas exigencias regulatorias. No obstante, este panorama también abre puertas a nuevas oportunidades de crecimiento y adaptación, particularmente en sectores clave como el agropecuario.