Buenos Aires, la vibrante capital de Argentina, está a las puertas de experimentar un significativo aumento en los costos de transporte que impactará tanto al sistema subterráneo de trenes (subte) como a los peajes de la ciudad. Esta escalada en los precios promete reconfigurar el panorama económico para los habitantes y visitantes de la metrópolis, generando un debate sobre la sostenibilidad y accesibilidad del transporte urbano.
Según la propuesta del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el subte, que actualmente tiene un costo de 125 pesos argentinos, sufrirá un incremento hasta alcanzar los 574 pesos en abril, lo que representa casi un 360% de aumento. Esta tendencia ascendente continuará en los meses subsiguientes, con los precios escalando a 667 pesos en mayo y 757 pesos en junio. Para aquellos usuarios que no cuenten con su tarjeta SUBE normalizada, el costo será aún mayor, llegando a 859,07 pesos. Sin embargo, se mantendrá un sistema de tarifa gradual que podría beneficiar a los usuarios frecuentes con descuentos significativos, y se preservarán tarifas especiales para diversos grupos vulnerables y de interés social.
El premetro no se queda atrás en esta ola de aumentos, siguiendo una estructura de incrementos similar a la del subte, aunque sin la opción del sistema de abono gradual. Los peajes, por otro lado, enfrentarán dos tramos de aumentos significativos, el primero en abril con un 150% y un segundo tramo en junio que acumulará un total de 185% de incremento, afectando a varias de las principales autopistas de la ciudad.
Este panorama presenta un desafío para los residentes de Buenos Aires, quienes deberán adaptarse a estos cambios y considerar sus implicaciones en la economía doméstica y en la movilidad urbana. La implementación de estos aumentos no solo afectará el bolsillo de los ciudadanos, sino que también podría tener repercusiones en los patrones de transporte y en la dinámica social de la ciudad.