La reunión de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20, celebrada los días 17 y 18 de julio en Durban, Sudáfrica, comenzó en medio de una creciente inquietud internacional provocada por la reciente ola de aranceles impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La nueva política arancelaria impone tarifas del 30 % a productos de la Unión Europea y México, y contempla una tasa del 10 % a países BRICS a partir del 1 de agosto.
El encuentro, que se desarrolla bajo el lema sudafricano “Solidaridad, Igualdad y Sostenibilidad”, buscó centrar el debate en los desafíos del desarrollo africano y la estabilidad económica global. No obstante, los anuncios de Washington desviaron la atención hacia los riesgos de fragmentación comercial. Las tensiones se trasladaron rápidamente a la mesa de diálogo, dificultando la elaboración de una declaración consensuada.
Representación Discreta y Ausencias Notables
La ausencia del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, por segunda vez en el año, generó interrogantes. Fue reemplazado por el subsecretario interino Michael Kaplan, cuya presencia, aunque oficial, fue interpretada como una señal de bajo compromiso estadounidense con la cooperación multilateral. También destacaron las ausencias de ministros clave de India, Francia, Alemania y Rusia.
A pesar de ello, el anfitrión sudafricano, a través del gobernador del Banco Central, Lesetja Kganyago, defendió la legitimidad del encuentro al señalar que “lo importante es que todos los países estén representados, independientemente del nivel jerárquico de sus delegados”.
Aranceles, Deuda y Divisas Dominan la Agenda
Uno de los puntos más discutidos fue el impacto de los nuevos aranceles en la economía global. Japón, a través de su ministro de Finanzas Katsunobu Kato, criticó duramente el uso de medidas comerciales unilaterales para corregir desequilibrios externos. Kato señaló que los aranceles “distorsionan el comercio, erosionan la confianza empresarial y perjudican a los países en desarrollo”.
El tema de la deuda soberana también ocupó un lugar central. Sudáfrica promovió el fortalecimiento del Marco Común de Reestructuración de Deuda del G20, mecanismo impulsado en 2020 para ofrecer alivio financiero a países altamente endeudados. Actualmente, Zambia, Etiopía, Chad y Ghana están adheridos, pero el avance ha sido lento. Las autoridades africanas insistieron en que el mecanismo debe ampliarse y hacerse más eficaz para responder a las necesidades reales del continente.
Otro punto relevante fue la volatilidad de los mercados cambiarios. Japón expresó preocupación por la depreciación del yen frente al dólar y el euro, advirtiendo que movimientos especulativos podrían desestabilizar aún más las finanzas globales. Kato pidió a sus homólogos mantener la vigilancia dentro del marco de compromisos del G20.
Buscan Declaración Unificada Pese a las Fricciones
A pesar de las diferencias, varios países impulsaron la elaboración de un comunicado conjunto. Canadá declaró que “la incertidumbre no puede convertirse en la nueva norma” y abogó por un mensaje firme que incentive la inversión en infraestructura y en el desarrollo africano. También se mencionó la necesidad de mecanismos financieros para abaratar el costo del capital en África, punto que Sudáfrica considera esencial para la reactivación regional.
Desde Europa, tanto Alemania como Austria expresaron su preocupación por los efectos de los aranceles estadounidenses. Berlín advirtió que una escalada comercial, con tarifas del 30 %, podría arrastrar a Europa a una recesión técnica en 2025.
Aunque la posibilidad de un texto final no vinculante seguía abierta al cierre del primer día, el ambiente era de cautela. Sudáfrica insistió en que el G20 debe seguir actuando como una plataforma activa para resolver tensiones, aunque reconoció que las condiciones actuales ponen a prueba el espíritu de cooperación internacional que dio origen al foro.