La directora ejecutiva de la Organización Internacional del Café (OIC), Vanusia Nogueira, declaró el pasado 26 de agosto de 2025 que los precios del café presentan una tendencia al alza, impulsada por varios factores convergentes. Entre los elementos más relevantes se encuentran la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, sumada a efectos del cambio climático y a una reducción en la cosecha de Brasil, el mayor productor mundial.
Los aranceles aplicados por la administración de Donald Trump oscilan entre el 10 % y el 50 %, lo cual ha generado incertidumbre en el mercado global del café. En paralelo, las condiciones climáticas adversas —como las recientes heladas en Brasil— han afectado no solo los volúmenes recolectados, sino también el peso de los granos, incidiendo directamente en la oferta disponible.
La OIC advirtió que esta situación no es coyuntural. Los fenómenos climáticos extremos se han vuelto más frecuentes, y la producción de café, altamente sensible a las variaciones de temperatura y precipitación, podría enfrentar limitaciones estructurales. La región de Minas Gerais, responsable de cerca del 70 % de la producción brasileña de arábica, ha sido una de las más golpeadas por las heladas de este año.
Volatilidad, Escasez de Inventarios y Comportamiento del Consumo
Según Nogueira, el mercado se encuentra inmerso en un entorno de volatilidad e incertidumbre, en parte debido al aumento sostenido del consumo frente a una continua erosión de los inventarios globales. Los consumidores, afirmó la ejecutiva, parecen dispuestos a pagar precios más elevados, pero la dificultad radica en predecir cuándo se restablecerán los niveles normales de producción en Brasil, dada la persistencia de eventos climáticos extremos año tras año.
Un análisis adicional de Reuters revela que, entre julio y agosto de 2025, los precios del café crudo en Brasil aumentaron casi un 25 %, elevándose hasta 2,191 reales por cada saco de 60 kg. Si bien los precios al menudeo en Brasil habían disminuido cerca de un 12 % en agosto, esta caída podría revertirse pronto, a medida que se trasladen los incrementos del mercado mayorista a los consumidores finales.
En paralelo, el consumo mundial de café sigue creciendo. De acuerdo con cifras de la OIC, el consumo global superará en 2025 los 177 millones de sacos, un incremento del 2,4 % anual. Esta tendencia de demanda sostenida, combinada con las dificultades de oferta, contribuye a mantener la presión alcista en los precios internacionales.
Asimismo, el índice de futuros del café arábica en la bolsa ICE de Nueva York registró un incremento superior al 30 % en agosto, impulsado por los aranceles estadounidenses, la menor producción brasileña —estimada en un 10 % menos de lo esperado— y recientes heladas que amenazan también la cosecha de 2026.
Reconfiguración del Mercado Internacional
El alza arancelaria ha provocado una disrupción significativa: en Estados Unidos, muchas empresas tostadoras han suspendido contratos con Brasil y están buscando proveedores alternativos. Colombia emerge como uno de los beneficiados, dado que mantiene un arancel preferencial del 10 %, frente al 50 % aplicado a Brasil, y ha registrado un repunte en su producción, alcanzando 1,37 millones de sacos en julio, su mayor cifra en una década. Este escenario ha reorientado a compradores hacia los cafés de origen colombiano, especialmente los microlotes y cafés de especialidad.
Otros países también han comenzado a posicionarse. Etiopía, tercer exportador mundial de arábica, ha intensificado acuerdos comerciales en Europa y Asia, mientras que Vietnam —principal productor de robusta— ha reforzado su capacidad de procesamiento para captar parte del mercado estadounidense. Aunque estos países no logran suplir completamente la magnitud de la producción brasileña, sí representan alternativas que reconfiguran el mapa de proveedores globales.
En Brasil, según la Asociación Brasileña de la Industria del Café (ABIC), el sector enfrenta graves perturbaciones. La imposición del arancel ha encarecido los costos logísticos y amenazado la pérdida de mezclas tradicionales en EE.UU., además de impactar negativamente en la competitividad del café brasileño. Incluso sectores conexos como el cambio del real y la industria aeronáutica han sentido el impacto desde el ámbito financiero.
El escenario ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de las cadenas de suministro frente a cambios regulatorios y climáticos, consolidando una dinámica en la que la geopolítica, el clima y el comercio internacional se entrelazan cada vez más en el precio final de una taza de café.