La actual guerra comercial entre Estados Unidos y China, iniciada originalmente por el expresidente estadounidense Donald Trump, sigue reconfigurando los mercados agrícolas globales, con Brasil emergiendo como uno de los principales beneficiarios. A medida que las tensiones entre las dos mayores economías del mundo aumentan, China ha reducido su dependencia de las exportaciones agrícolas de EE. UU., creando nuevas oportunidades para el agronegocio brasileño.
SLC Agricola, una de las mayores productoras de granos y algodón de Brasil, ha observado un crecimiento significativo en la demanda por parte de China. El país asiático, que sigue siendo el mayor importador mundial de soja, ha disminuido drásticamente su dependencia de la soja estadounidense desde la primera guerra comercial en 2018-2019. En respuesta a nuevos aranceles impuestos por EE. UU., China aplicó recientemente aranceles de represalia que oscilan entre el 10 % y el 15 % sobre productos agrícolas estadounidenses por un valor de 21.000 millones de dólares, incluyendo soja y carne.
Este cambio en los patrones comerciales está resultando beneficioso para Brasil. Se estima que China importará 80 millones de toneladas métricas de soja de Brasil este año, en comparación con solo 21 millones de toneladas provenientes de EE. UU. El aumento en la demanda ya ha elevado las primas de la soja brasileña sobre los precios de referencia de Chicago. Se prevé que estas primas aumenten hasta un 10 %, reflejando la tasa de aranceles aplicada por China a la soja estadounidense.
Más allá de la soja, China también está reduciendo su dependencia del maíz estadounidense, lo que abre nuevas oportunidades para los productores brasileños. Además, Brasil está en camino de satisfacer toda la demanda de importación de algodón de China en un futuro cercano, consolidando aún más su papel como proveedor agrícola clave para el mercado chino.
Si bien la guerra comercial sigue beneficiando al sector agrícola brasileño, persiste la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones comerciales entre EE. UU. y China. Un posible acuerdo entre ambas potencias, similar al alcanzado durante la primera administración de Trump, podría cambiar nuevamente el equilibrio. Un acuerdo de este tipo podría llevar a China a reanudar la importación de mayores volúmenes de productos agrícolas estadounidenses, lo que podría reducir la ventaja de exportación de Brasil.
Sin embargo, las evaluaciones actuales sugieren que la guerra comercial de 2025 está más impulsada por preocupaciones geopolíticas que por intereses puramente comerciales, lo que hace menos probable un acuerdo integral en materia agrícola entre China y EE. UU. Como resultado, la posición de Brasil como proveedor seguro y estable de alimentos para China sigue siendo sólida, reforzando su estatus como un actor dominante en el agronegocio global.
Con una demanda china en constante crecimiento y un panorama geopolítico incierto, el sector agrícola brasileño se mantiene competitivo, aprovechando los cambios en los flujos comerciales en un mercado global cada vez más volátil.