En el pueblo rural de Tenjo, Colombia, un laboratorio de construcción de 30 acres está desafiando las prácticas convencionales de sostenibilidad en la arquitectura. Dirigido por Ana María Gutiérrez, la Fundación Organizmo promueve métodos de construcción ecológicos basados en el conocimiento ancestral, rechazando los conceptos colonialistas de progreso. La pieza central del laboratorio, conocida como la “Casa del Pensamiento”, es una estructura en forma de rosquilla hecha de bambú y materiales a base de tierra. Sirve como un templo intercultural, simbolizando un nuevo enfoque arquitectónico que prioriza la armonía ecológica y el desarrollo liderado por la comunidad.
La visión de Gutiérrez para Organizmo surgió después de dejar su trabajo en la arquitectura corporativa en Nueva York. Inspirada por las técnicas tradicionales de construcción, regresó a Colombia en 2008 para crear un espacio donde los métodos indígenas pudieran prosperar. Su objetivo era construir resiliencia a través de prácticas ecológicas y ver el conocimiento ancestral como una tradición viva y no como una reliquia del pasado. El laboratorio ofrece talleres sobre construcción con tierra, agricultura biodinámica y plantas medicinales, atrayendo a arquitectos deseosos de cambiar sus trabajos de oficina por experiencias prácticas.
La Fundación Organizmo ha emprendido proyectos significativos para preservar las habilidades indígenas en Colombia. En las remotas selvas de Matavén, cerca del río Orinoco, Organizmo colaboró con la comunidad Piaroa de la Urbana para proteger las técnicas tradicionales de tejido con palma. Estas habilidades están en riesgo de desaparecer, con solo unos pocos ancianos que poseen el conocimiento. Organizmo ayudó a diseñar un currículo para enseñar estas técnicas a las generaciones más jóvenes, asegurando la supervivencia de este patrimonio cultural.
En la región de Vaupés, Organizmo adoptó una postura más activista al apoyar a jóvenes investigadores de ocho grupos étnicos. Este proyecto se centra en producir películas que destaquen los desafíos que enfrentan los líderes indígenas en la lucha contra la explotación de tierras. Las películas buscan contrastar el liderazgo tradicional con el clima político actual, enfatizando la importancia de la preservación cultural y la conciencia ambiental.
Los proyectos de la Fundación Organizmo son apoyados por el Instituto Re:Arc, una organización benéfica con sede en Copenhague financiada por la Fundación Inter Ikea. Re:Arc fue establecida en 2022 para abordar la crisis climática y ha distribuido 15 millones de euros a 76 grupos en todo el mundo. Su enfoque en América Latina y el Caribe se alinea con la biodiversidad crítica de la región y la amenaza que representa la deforestación. Sin embargo, la conexión del instituto con Ikea, el mayor consumidor de madera del mundo, ha generado dudas sobre la sinceridad de sus compromisos ambientales.
El historial ambiental de Ikea ha estado empañado por acusaciones de obtener madera de bosques protegidos en Europa y supuestos vínculos con la tala ilegal. Investigaciones de Greenpeace han informado que los proveedores de Ikea estaban involucrados en la deforestación en Rumania, Siberia, Ucrania y Brasil. En respuesta, Ikea afirmó que sus prácticas de abastecimiento eran legales y que había tomado medidas para abordar estos problemas, incluyendo la finalización de contratos con algunos proveedores. La financiación de Re:Arc para proyectos como Organizmo puede verse como una estrategia para compensar las controversias ambientales de Ikea.
En Medellín, el impacto de Re:Arc es visible en el barrio de Moravia, que alguna vez fue un vertedero tóxico y ahora es un sitio de renovación urbana impulsado por la comunidad. Liderado por los arquitectos alemanes Max Becker y Albert Kreisel, junto con la líder comunitaria local Cielo María Holguín Ramírez, la iniciativa Oasis Urbano ha transformado Moravia con escaleras públicas, centros comunitarios y espacios verdes. Un centro comunitario temporal de bambú, conocido como Taller Tropical, acogió miles de eventos durante sus tres años de existencia.
Se están realizando planes para un lugar permanente llamado Escuela Popular, que contará con una cocina comunitaria, biblioteca, residencias para artistas y una terraza para actividades educativas. El proyecto busca crear un espacio que evolucione según las necesidades de la comunidad. Además, un “fab lab” centrado en el reciclaje de residuos podría eventualmente reutilizar muebles desechados de Ikea, destacando un ciclo de extracción, consumo y restauración.
Los esfuerzos tanto en Tenjo como en Medellín reflejan un movimiento creciente en América Latina para recuperar el conocimiento tradicional e integrarlo con prácticas modernas de sostenibilidad. Al centrarse en la experiencia local y la participación comunitaria, estos proyectos desafían los enfoques verticales que han dominado el desarrollo urbano y los esfuerzos de conservación. A medida que estas iniciativas se expanden, ofrecen un modelo para combinar la sabiduría ancestral con la resiliencia ecológica frente a las amenazas ambientales.