El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, prestó juramento para un tercer mandato el viernes, continuando su gobierno a pesar de las amplias críticas internacionales a su reciente reelección. La ceremonia de inauguración, que tuvo lugar en el fuertemente custodiado palacio legislativo, marca otro capítulo en la creciente tensión entre el gobierno venezolano y la comunidad global.
La ceremonia, rodeada de una fuerte presencia policial, militar e inteligencia, fue presenciada por seguidores de Maduro, algunos de los cuales vestían camisetas con su imagen. Sin embargo, el día también estuvo marcado por protestas y un sentimiento de inquietud en todo el país, con muchos venezolanos expresando una profunda decepción y desesperanza sobre el clima político. Caracas, la capital del país, se sintió extrañamente tranquila, con negocios cerrados y poco tráfico, lo que resaltó aún más la parálisis política del país.
La victoria de Maduro para un tercer mandato llega en medio de graves acusaciones de fraude electoral y violaciones de derechos humanos. Mientras que el partido gobernante de Venezuela declaró a Maduro como ganador después de las elecciones de julio, no se proporcionaron recuentos de votos detallados, y los grupos de oposición presentaron evidencia de irregularidades generalizadas. Las hojas de recuento de las máquinas de votación electrónicas mostraron que el líder opositor Edmundo González ganó por un margen significativo, lo que llevó a acusaciones de fraude electoral. A pesar de estas acusaciones, el tribunal superior de Venezuela, lleno de aliados de Maduro, ratificó los resultados sin proporcionar pruebas convincentes al público.
La comunidad internacional ha sido tajante en su condena a la administración de Maduro. Líderes del Grupo de los Siete (G7) y varios países de América Latina, como Argentina y Chile, han calificado las elecciones como fraudulentas. Estos países también denunciaron el creciente autoritarismo del gobierno venezolano y la represión de la disidencia, lo que ha aislado aún más a Maduro en el escenario mundial. En respuesta a estas acciones, el Reino Unido y Canadá impusieron sanciones a 15 funcionarios venezolanos involucrados en las elecciones y la represión, mientras que la Unión Europea también sancionó a figuras clave del gobierno venezolano.
Estados Unidos, bajo la presidencia de Joe Biden, ha sido cauteloso con sus sanciones, particularmente en lo que respecta al sector energético de Venezuela. Si bien la administración de Biden ha impuesto sanciones a varios funcionarios de Maduro, decidió no imponer medidas más estrictas en la industria petrolera de Venezuela, temiendo que tales acciones pudieran ser aprovechadas por otros países como Irán. Sin embargo, Estados Unidos extendió el Estatus de Protección Temporal (TPS) para aproximadamente 600,000 venezolanos que viven en el país, citando la crisis en curso en su patria.
Frente a la afirmación de Maduro sobre su poder, los líderes de la oposición, incluidos González y María Corina Machado, han rechazado los resultados de las elecciones. González, quien previamente se declaró presidente electo, ha permanecido en la República Dominicana, evitando cuidadosamente regresar a Venezuela por el momento. Machado, al calificar la inauguración de Maduro como un “golpe de Estado”, prometió seguir presionando al gobierno hasta que se respete la voluntad del pueblo.
Mientras Maduro refuerza su control sobre el poder, los ciudadanos de Venezuela enfrentan una creciente incertidumbre, con muchos huyendo del país en busca de mejores condiciones de vida. La oposición, aunque fragmentada, sigue resistiendo, decidida a desafiar la legitimidad del gobierno de Maduro y exigir un cambio para el futuro de Venezuela.