En un impactante informe reciente, Nueva Zelanda ha admitido que más de 200,000 niños, jóvenes y adultos vulnerables han sido víctimas de abusos bajo tutela estatal o religiosa en los últimos 70 años. Esta histórica investigación independiente ha sacado a la luz la magnitud de los malos tratos sufridos, incluyendo violaciones, descargas eléctricas y trabajos forzados, entre otros horrores.
La Magnitud del Abuso
La Comisión Real de Investigación sobre Malos Tratos en los Centros de Acogida ha revelado que casi uno de cada tres niños acogidos entre 1950 y 2019 sufrió algún tipo de maltrato. La investigación, basada en las experiencias de casi 3,000 personas, destaca cómo muchos fueron tratados con violencia y desatendidos deliberadamente, privándoles de necesidades básicas y compasión.
“Para algunas personas supuso años o incluso décadas de abusos y negligencias frecuentes. Para algunos fue toda una vida; para otros, una tumba sin nombre”, expuso la investigación.
Abusos a Comunidades Desfavorecidas
El informe señala que muchas víctimas proceden de comunidades desfavorecidas o marginadas, como maoríes y poblaciones del Pacífico, así como personas con discapacidad. Estas comunidades sufrieron los niveles más altos de abusos físicos y sexuales, siendo degradadas por su origen étnico y color de piel.
“Los abusos sexuales se utilizaban para castigar e intimidar”, señala el informe, detallando que los agresores traficaron sexualmente con los niños en ocasiones.
Consecuencias Persistentes
El primer ministro Christopher Luxon calificó el informe como “un día oscuro y triste en la historia de Nueva Zelanda como sociedad”. Según el informe, los efectos de los abusos persisten, dificultando las actividades y elecciones cotidianas de las víctimas. Luxon aseguró que el gobierno ofrecerá una disculpa formal el 12 de noviembre y está evaluando las compensaciones económicas para las víctimas.
“Deberíamos haberlo hecho mejor, y estoy decidido a que lo hagamos”, afirmó Luxon.
La Voz de las Víctimas
Entre los testimonios, destaca el de Toni Jarvis, un sobreviviente que afirmó: “Durante décadas nos dijeron que nos lo habíamos inventado. Lo de hoy es histórico y es un reconocimiento”. Jarvis relató sus experiencias desgarradoras y cómo el sistema de tutela y acogida le dejó con traumas y sin oportunidades laborales.
El académico Rawiri Waretini-Karena también denunció el “conducto que lleva de la asistencia pública a la cárcel”, exponiendo cómo muchos niños maoríes pasaron directamente de centros públicos a la prisión.
“Aunque somos responsables de nuestros actos, no lo somos de los mecanismos ocultos que operan en el entorno en el que nacemos”, aseguró Waretini-Karena.
Recomendaciones y Futuro
El informe formuló 138 recomendaciones, incluyendo disculpas públicas del gobierno y líderes religiosos, quienes ya han condenado los abusos a menores. Se espera que estas acciones marquen un cambio significativo y aporten justicia a las víctimas.
La revelación de estos abusos sistémicos en Nueva Zelanda ha sacudido a la sociedad y plantea un urgente llamado a la acción. Las voces de las víctimas, que durante décadas fueron silenciadas, finalmente han sido escuchadas. Es imperativo que el gobierno y las instituciones involucradas tomen medidas decisivas para reparar el daño y asegurar que esto nunca vuelva a ocurrir.