La economía mundial ha sido testigo de un cambio significativo en su podio económico, con Japón entrando inesperadamente en recesión y perdiendo su lugar como la tercera economía más grande del mundo frente a Alemania. Esta transición, marcada por una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) nipón de 0,4% en los últimos tres meses de 2023 en comparación con el mismo período en 2022, ha sorprendido a expertos y economistas que anticipaban un crecimiento superior al 1%. La Oficina del Gabinete de Japón confirmó este retroceso económico, el cual se alinea con la definición de recesión técnica tras dos trimestres consecutivos de contracción económica.
Entre las causas principales de este revés económico, se destacan la debilidad del yen, la caída de la demanda interna y el problema crónico de la población envejecida. Neil Newman, en declaraciones a la BBC, resaltó la influencia de un yen débil, cuyo valor se situó en torno a los 4,2 billones de dólares en 2023, en contraste con los 4,4 billones de Alemania. Gita Gopinath, del FMI, también hizo hincapié en la devaluación del yen frente al dólar estadounidense como un factor crucial en el descenso económico japonés, aunque destacó que esta situación ha beneficiado a ciertos sectores exportadores.
La demanda interna en Japón también ha sufrido, afectada por el aumento del costo de vida y el incremento de precios. Yoshitaka Shindo, ministro de Economía japonés, subrayó la importancia de fomentar un crecimiento salarial sólido para revitalizar el consumo, que ha mostrado una falta de impulso notable. Además, Japón enfrenta el desafío del envejecimiento poblacional, una situación que ha persistido durante décadas y que impacta profundamente en la estructura socioeconómica del país.
A pesar de estos desafíos, el ministro Shindo se muestra optimista respecto a la capacidad de Japón para implementar reformas estructurales y fomentar una nueva fase de crecimiento. El panorama, sin embargo, se complica con proyecciones del FMI que indican que India podría superar tanto a Japón como a Alemania en el corto plazo, impulsada por su demografía joven y dinámica.
En este contexto de incertidumbre y cambio, la economía japonesa se encuentra en un punto de inflexión. La necesidad de adaptación y reforma es más crítica que nunca para recuperar su posición en la economía global y enfrentar los desafíos internos que limitan su potencial de crecimiento.