En un giro decisivo, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, está al borde de una arrolladora victoria en las elecciones presidenciales del país, celebradas anticipadamente tras el exitoso operativo de su gobierno para reclamar la región de Karabaj, previamente bajo control de separatistas armenios étnicos. La Comisión Central Electoral ha revelado resultados preliminares que muestran a Aliyev con un abrumador 92,05% de los votos, dejando a su competidor más cercano muy atrás con apenas un 2,19%.
La elección, originalmente programada para el año siguiente, fue inesperadamente adelantada, un movimiento estratégico atribuido a la creciente popularidad de Aliyev tras el éxito militar en Karabaj. Se espera que esta victoria refuerce aún más la posición de Aliyev, especialmente cuando Azerbaiyán se prepara para albergar una importante conferencia de cambio climático de la ONU más adelante en el año, destacando el papel pivotal del país en el escenario global, particularmente en el sector de los combustibles fósiles.
El electorado demostró una participación robusta, con una tasa de votación que superó el 76%, reflejando un fuerte respaldo al liderazgo de Aliyev. Celebraciones anticipando el anuncio oficial de la victoria de Aliyev se desplegaron en Bakú, con multitudes ondeando banderas azerbaiyanas y regocijándose en la anticipada continuación del gobierno de Aliyev.
Aliyev, quien ha estado al mando por más de dos décadas, sucediendo a su padre, aspira a que esta elección simbolice el amanecer de una nueva era para Azerbaiyán, afirmando la soberanía total sobre sus territorios. Esta visión llega después de significativas ganancias territoriales en la región de Karabaj, conocida internacionalmente como Nagorno-Karabaj, que había sido un punto de contención desde el fin de una guerra separatista en 1994. Las recientes empresas militares de Azerbaiyán, particularmente la rápida campaña de septiembre, han alterado dramáticamente el paisaje de la región, llevando al éxodo de más de 100.000 armenios étnicos.
En los territorios reclamados, como la ciudad de Fuzuli, los residentes expresan una profunda gratitud hacia Aliyev por la restauración de sus tierras natales. La ciudad, que llevaba las cicatrices de la ocupación, ahora está presenciando esfuerzos de reconstrucción, incluida la erección de nuevos edificios residenciales para acomodar a los ciudadanos que regresan. El sentimiento de reclamar la tierra natal resuena profundamente entre la población, que ve a Aliyev como el arquitecto de su ansiado retorno.
A pesar de la ausencia de límites de mandato para la presidencia y la falta de una oposición formidable en esta elección, el mandato de Aliyev ha estado marcado por restricciones crecientes al discurso político y a los medios. La antesala de la elección vio acciones intensificadas contra figuras de la oposición y periodistas independientes, levantando preocupaciones sobre la integridad democrática del proceso electoral. Los principales partidos de oposición, incluidos Musavat y el Frente Popular de Azerbaiyán, optaron por no participar en la votación, citando la naturaleza no democrática de las elecciones y alegando posibles manipulaciones.
Mientras Azerbaiyán se encuentra en una encrucijada, la elección no solo reafirma el control de Aliyev sobre el poder, sino que también prepara el escenario para la futura trayectoria de la nación, tanto en términos de gobernanza interna como de su posición en el escenario internacional.