Chile ha marcado un hito en la legislación laboral de América Latina al aprobar una ley que reduce la jornada laboral a 40 horas semanales. Esta medida, que alinea a Chile con los estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), no solo establece un precedente en la región sino que también coloca a Chile junto a Ecuador con la semana laboral más corta en América Latina. Este avance, presentado inicialmente por la entonces diputada Camila Vallejo en 2017, busca equilibrar el tiempo de trabajo y ocio, y se implementará gradualmente durante cinco años.
La aprobación unánime en el Senado chileno y su posterior sanción por la Cámara de Diputados demuestra un consenso significativo en la sociedad chilena sobre la necesidad de equilibrar la vida laboral y personal. La ley contempla reducciones progresivas de la jornada laboral: 44 horas al primer año, 42 horas al tercer año, y finalmente 40 horas al quinto año. Fabio Bertranou, director de la oficina regional de la OIT en Santiago, destacó que la ley también incluye un régimen especial para sectores con necesidades de jornadas extendidas, como el minero y el transporte, permitiendo semanas de hasta 52 horas a cambio de más días libres.
Las cifras actuales muestran que, aunque la ley en Chile permitía hasta 45 horas semanales, el promedio trabajado era de 36,8 horas, uno de los más bajos en América Latina. Esta disparidad entre la ley y la práctica real refleja las complejidades del mercado laboral, donde el sector informal juega un rol crucial. Najati Ghosheh, especialista de la OIT, señaló que la medición del tiempo trabajado en el sector formal no siempre refleja la realidad completa del empleo, especialmente en regiones donde el trabajo por horas y el empleo informal son prevalentes.
El impacto de esta reforma trasciende las fronteras chilenas, situando a Chile en línea con la mayoría de los países de la OCDE y marcando un contraste con naciones como Alemania, México y Colombia, donde se trabaja más de 40 horas. La decisión chilena resalta la importancia de un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, reforzada por estudios de la OIT que relacionan jornadas laborales más largas con un aumento en los accidentes laborales y problemas de salud, sin una mejora proporcional en la productividad.
La aprobación de la jornada laboral de 40 horas en Chile representa un cambio significativo en la legislación laboral de América Latina, destacando la importancia del bienestar y la calidad de vida. Esta medida no solo mejora las condiciones laborales de los trabajadores chilenos, sino que también envía un mensaje poderoso al resto de la región sobre la importancia de actualizar las leyes laborales para reflejar las necesidades y realidades actuales de los trabajadores. Con esta decisión, Chile se posiciona como un líder en reformas laborales, promoviendo un modelo de trabajo más equilibrado y sostenible.