En un giro trágico y preocupante para la seguridad en Medio Oriente, el grupo Estado Islámico ha asumido la responsabilidad de dos atentados suicidas en Irán. Estos ataques, que tuvieron lugar durante una conmemoración en honor al general Qassem Soleimani, asesinado en un ataque con drones estadounidenses en 2020, han dejado un saldo devastador de al menos 84 muertos y 284 heridos. Este incidente marca el ataque militante más grave en Irán en décadas, agudizando la ya tensa atmósfera en la región.
Los ataques ocurrieron el miércoles en Kerman, durante una ceremonia que rendía homenaje a Soleimani, figura emblemática para los partidarios de la teocracia iraní y considerado un enemigo letal por el ejército de EE.UU. por su apoyo a militantes que mataron a tropas estadounidenses en Irak. Según los informes, los atacantes, identificados como Omar al-Mowahed y Seif-Allah al-Mujahed por el Estado Islámico, llevaban chalecos explosivos.
El Estado Islámico, conocido por su retórica anti-chiíta, parece haber buscado causar tensiones regionales, particularmente en relación con el conflicto en curso entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. La elección de la fecha y el lugar del ataque, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Soleimani, sugiere un esfuerzo calculado para inflamar aún más las tensiones sectarias y políticas.
El grupo, que una vez controló vastos territorios en Irak y Siria, proclamando un “califato” en 2014, ha sufrido importantes reveses en los últimos años. Sin embargo, ha demostrado una capacidad persistente para llevar a cabo ataques significativos, como se ha visto en Afganistán y ahora en Irán.
Esta serie de ataques en Irán sigue a una serie de eventos que han aumentado las preocupaciones de un conflicto regional más amplio. Estos incluyen la muerte de un comandante de la Guardia Revolucionaria en un presunto ataque aéreo israelí en Siria y un ataque a un líder de Hamas en Beirut, además de las tensiones en curso en el Mar Rojo involucrando a rebeldes yemeníes respaldados por Irán.
La respuesta del gobierno iraní a los atentados ha sido medida. Aunque no han reconocido oficialmente la reivindicación del Estado Islámico, los medios estatales han informado sobre el incidente. En Kerman, el sentimiento público ha sido palpable, con transeúntes pisoteando carteles que llevan la imagen de la bandera israelí, un reflejo del enfoque indirecto de las autoridades iraníes de culpar a Israel por el ataque.
Informes de medios estatales iraníes indican que las explosiones ocurrieron en dos ubicaciones distintas, ambas fuera del perímetro de seguridad de la conmemoración, y a una distancia considerable del mausoleo de Soleimani. Estos detalles sugieren una planificación cuidadosa por parte de los atacantes para evitar las medidas de seguridad e infligir el máximo daño.
Las víctimas del ataque, muchas de las cuales se encuentran en estado crítico, han llevado a las autoridades a planificar un funeral masivo. Sin embargo, los detalles de este evento han cambiado en el último momento, posiblemente debido a preocupaciones de seguridad adicionales.
Este último ataque del Estado Islámico no solo subraya la volatilidad continua en Medio Oriente, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la estabilidad regional y la capacidad de los grupos extremistas para capitalizar las tensiones existentes. A medida que Irán y otros actores de la región navegan por este panorama complejo y peligroso, el mundo observa con cautela, esperando respuestas y una posible escalada de hostilidades.