El entramado geopolítico que envuelve a Venezuela, Guyana y las poderosas petroleras de Estados Unidos y China, se agudiza en la disputa por el territorio del Esequibo. La histórica tensión, que data de más de un siglo, ha tomado un giro notable con el anuncio del presidente venezolano Nicolás Maduro sobre una ley especial destinada a complicar las operaciones petroleras en las aguas disputadas con Guyana. Este conflicto no solo reaviva las disputas territoriales entre Venezuela y Guyana sino que también pone en jaque las relaciones internacionales y los intereses de grandes corporaciones petroleras en la región.
El 5 de diciembre, Maduro propuso una ley que prohíbe la contratación de empresas operando en las concesiones unilaterales de Guyana en el mar por delimitar, marcando un ultimátum de tres meses para su retiro. Este movimiento busca frenar los avances de Guyana en los proyectos petroleros en el Esequibo, un territorio bajo control de Georgetown pero reclamado por Caracas. La tensión se intensificó tras un referendo en Venezuela sobre la creación de un estado venezolano en el Esequibo y el rechazo al laudo arbitral de París de 1899.
La disputa se remonta a 1962 cuando Venezuela reactivó su reclamo ante la ONU, culminando en el Acuerdo de Ginebra de 1966. Guyana, buscando una resolución, llevó el caso a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en 2013, mientras otorgaba concesiones petroleras en zonas no delimitadas. Maduro, rechazando la jurisdicción de la CIJ, parece intentar detener la explotación petrolera en estas áreas.
En este contexto, ExxonMobil, principal operador del bloque Stabroek en Guyana, se encuentra en el centro de las acusaciones venezolanas por explotación ilegal, aunque la empresa abandonó Venezuela en 2007. Las tensiones también afectan a los otros socios de Exxon en el bloque Stabroek, incluida la China National Offshore Oil Corporation (CNOOC), y potencialmente a Chevron, que opera en Venezuela y está adquiriendo Hess, otro socio en Stabroek.
Francisco Monaldi, del Instituto Baker de la Universidad de Rice, señala que la postura de Maduro parece más una estrategia de negociación que una intención real de forzar a las empresas fuera de Venezuela. Sin embargo, advierte que las medidas de Maduro podrían complicar las inversiones en el sector petrolero venezolano y generar conflictos adicionales, especialmente con Estados Unidos.
El escenario actual presenta un desafío complejo para Venezuela, Guyana y las corporaciones petroleras involucradas. Mientras Maduro busca reafirmar las reivindicaciones territoriales de Venezuela, la estabilidad y el crecimiento económico están en juego. El futuro de este conflicto, plagado de intereses geopolíticos y económicos, permanece incierto, requiriendo una diplomacia cuidadosa y considerada por parte de todos los actores involucrados.